domingo, 6 de enero de 2013

EL MALETIN Y EL VOLQUETÓN (RECUERDOS EN BLANCO Y NEGRO)



Una noche al borde de un ataque de nervios (06-01-1966)

Son las 22:00, llevo en la cama apenas quince minutos, y parece que han pasado días. El tic tac del despertador, en el silencio de mi cuarto, no me deja conciliar el sueño. Me tapo la cabeza con la sábana y la manta, buscando ese silencio que necesito, y lo único que logro es sudar. No abro la ventana, porque lo mismo los Reyes se equivocan, y en lugar de subir por el salón, entran por mi ventana.

-Mamaaaaaaaaaaaa ¿qué hora es? ¿Es hora de levantarme? Luisito duérmete, que todavía falta mucho para mañana.

Convencido de que no es la hora, sigo mi batalla contra los nervios y contra la falta de sueño. Por mi cabeza, mis actos de los últimos días, y si, he sido bueno seguro, pues el otro día le dejé el triciclo a Zuqui, pues me lo pidió mientras Jano  le intentaba arreglar el suyo. También me acuerdo que Tonina el otro día subió a pedir una cebolla, le pregunté a mamá, y fui a la terraza, y del cajón de las verduras la cogí y se la di. Al “perpius” le he hecho caso todos estos días, y ni uno de esta última semana me ha tirado de las orejas. Lo que no logro recordar es lo de las bombas fétidas que unos niños tiramos el día de los Santos Inocentes en el portal, y tampoco me acuerdo de los petardos que tiramos en los buzones, eso sí, recuerdo que el sonido casi me hace saltar los tímpanos. A la nena no la he pegado nunca, bueno que yo ahora recuerde,  y lo del agujero de la puerta, aquella que me cargué con las botas ortopédicas allá por el mes de noviembre, eso ya queda tan lejos, que quizá ni ellos lo recuerden.

Así que si he sido bueno, no hay nada que temer, y seguro que mañana cuando  me levante, lo que he pedido lo  tendré encima de la mesa del comedor.

-Mamaaaaaaaaaaaa ¿ahora sí? Súbeme la persiana que ya seguro que es de día, Luisito que todavía falta mucho, pero ¿cuánto falta? Mucho hijo, tu sigue durmiendo, que los Reyes están a punto de llegar.

Las explicaciones de mamá me dejan a medio convencer, pues creo que ha pasado mucho tiempo, pero sin embargo el despertador dice que son las 22:15, y mamá como siempre tiene razón. Así que me vuelvo a tapar la cabeza, así que vuelvo a sudar, y así que vuelvo a acordarme  de lo bueno que he sido. A Zuqui, además de dejarle el triciclo, el otro día le di un regaliz y una pastilla de leche de burra. Con Vicente compartí ese chicle “Bazoca”, y le di una de las tres ruedas, y a Nano le di la mitad de mi “Palote”. Así que bueno no he sido, este año he sido más que bueno.

Pero si he sido bueno ¿por qué Amalita me llama demonio muchas veces? La zancadilla a aquel niño se la puse sin querer, fue un acto instintivo. A la nena, otra vez la pequeña, pues si, la pegue porque estoy harto de que sea la protegida de papá, y además nunca se come el filete, y tampoco me lo da a mí. A la señora Luisa la asusté pero fue de broma y porque me lo dijeron los  mayores. La verdad que tampoco es para tanto lo malo que he sido, creo que los Reyes al final  algo me traerán.

-Mamaaaaaaaaaaaa ¿me levanto ya? Hijo que te van a oír  los Reyes y al final no te van a dejar nada ¿Pero falta mucho? Si Luisito,  falta mucho.

Vuelvo a mirar el despertador, y son las 22.30 minutos, apenas han pasado 45 minutos desde que me acosté, y ya no son días, son meses los que parece que han pasado desde que me fui a la cama.

Cada 15 minutos la misma pregunta, y cada 15 minutos la misma respuesta. Así hasta que el sueño, ese que siempre me vence en segundos, termina por ganar la batalla.

Son las 07: 15 minutos, y de un salto me levanto de la cama. Llego al comedor  acompañado por Sultán, y sí, allí sobre la mesa de fornica, se encuentra el  maletín del agente secreto que con tanta ilusión había pedido.


Luego a arreglarse, porque en el Banco, si en el Banco, me espera el Volquetón, y allí los Reyes nunca fallan.


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