Como buen padre, que creo que soy, pues no me toca otra que coger un libro, verdadero ladrillazo de leer, hacer el esfuerzo de leerlo, y lo que es peor, llegar a entenderlo.
Mi hija Laura, hasta la fecha alumna brillante, está estudiando primero de bachiller, y tiene una asignatura llamada economía, la cual siempre he denostado, y sobre la que tiene que hacer un trabajo esta Semana Santa. El trabajo requiere el esfuerzo de leer el libro ¿PARA QUÉ SERVIMOS LOS ECONOMISTAS? de Juan Francisco Martín Seco, y encima y como he dicho anteriormente, enterarte y bien de lo que lees.
Aunque todavía no lo he acabado, si me empiezan a llamar la atención, que no interesar, algunas de las cosas que en él se dicen, y entre ellas el principio del primer capítulo que dice que El diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge dos acepciones del vocablo economista: titulado en economía y persona dedicada profesionalmente a la economía. Joder diréis: Para interesarte poco, desde el inicio empiezas ya a sacar alguna que otra conclusión.
Pues bien, me paro aquí, y me paro bien, porque creo que a partir de ahora, las sufridas amas de casa, van a pasar a llamarse economistas, y no por haber estudiado en la facultad de turno la carrera de económicas, sino por haber estudiado en la facultad de su casa, y haber ejercido toda la vida de profesional de la economía.
Son otros tiempos los que corren ahora, algunos dicen que mejores y otros que peores, pero al fin y al cabo otros tiempos.
Antes no había medios de pago mentirosos que desvirtuaban la verdadera economía de un hogar. Había un sobre, que el cabeza de familia llevaba siempre a final de mes a casa, y que se lo daba a la mujer (economista del hogar), para que ella empezase a hacer esos pequeños montoncitos, donde separaba el dinero para la comida, para los recibos, para los colegios, y para pagar aquellos pequeños préstamos que no te daban los bancos (como ahora), que te daba el tendero de turno, y que quedaba reflejado en una libreta llena de apuntes y de sumas, pero que estaba claramente identificado con el nombre de la economista de turno.
En fin, que toda la vida llamándolas Amas de Casa, y ahora resulta que son Economistas.
Mi hija Laura, hasta la fecha alumna brillante, está estudiando primero de bachiller, y tiene una asignatura llamada economía, la cual siempre he denostado, y sobre la que tiene que hacer un trabajo esta Semana Santa. El trabajo requiere el esfuerzo de leer el libro ¿PARA QUÉ SERVIMOS LOS ECONOMISTAS? de Juan Francisco Martín Seco, y encima y como he dicho anteriormente, enterarte y bien de lo que lees.
Aunque todavía no lo he acabado, si me empiezan a llamar la atención, que no interesar, algunas de las cosas que en él se dicen, y entre ellas el principio del primer capítulo que dice que El diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge dos acepciones del vocablo economista: titulado en economía y persona dedicada profesionalmente a la economía. Joder diréis: Para interesarte poco, desde el inicio empiezas ya a sacar alguna que otra conclusión.
Pues bien, me paro aquí, y me paro bien, porque creo que a partir de ahora, las sufridas amas de casa, van a pasar a llamarse economistas, y no por haber estudiado en la facultad de turno la carrera de económicas, sino por haber estudiado en la facultad de su casa, y haber ejercido toda la vida de profesional de la economía.
Son otros tiempos los que corren ahora, algunos dicen que mejores y otros que peores, pero al fin y al cabo otros tiempos.
Antes no había medios de pago mentirosos que desvirtuaban la verdadera economía de un hogar. Había un sobre, que el cabeza de familia llevaba siempre a final de mes a casa, y que se lo daba a la mujer (economista del hogar), para que ella empezase a hacer esos pequeños montoncitos, donde separaba el dinero para la comida, para los recibos, para los colegios, y para pagar aquellos pequeños préstamos que no te daban los bancos (como ahora), que te daba el tendero de turno, y que quedaba reflejado en una libreta llena de apuntes y de sumas, pero que estaba claramente identificado con el nombre de la economista de turno.
En fin, que toda la vida llamándolas Amas de Casa, y ahora resulta que son Economistas.