lunes, 17 de diciembre de 2012

EL PARO LO DEVORA TODO.

El Desahucio que viene


Se llama Sonsoles, tiene 42 años, y en un mes va a ser desahuciada de su domicilio. Ella, como muchos de españoles, está sufriendo en sus carnes la lacra que supone, primero no poder hacer frente a sus obligaciones hipotecarias,  segundo la pérdida de ese bien que con tanto mimo se compró, y en tercer lugar, el abandono obligatorio y muchas veces por la fuerza, del que hasta hace poco era su hogar.



El pasado día 12, y mediante notificación del Juzgado número 4,  de Casamía, se la invitivaba a abandonar su casa en el plazo de 30 días. 

Sonsoles, llorando en el despacho, me ha contado su historia, y como no, el desempleo se erige como el máximo culpable, en ese denostado bienestar de la Sociedad Española. Esa lacra conocida como paro, que no entiende de clases ni personas, es el principal  culpable de todos los males que últimamente se han cebado con ella y con su armónica vida. Su marido, hasta hace nada su amado esposo, y hoy persona "non grata", ha estado ocultando esta situación hasta que una primera carta del Juzgado puso sobre aviso a Sonsoles. En aquella fatídica carta le notificaban que la deuda estaba vencida, y que había que regularizar determinados gastos para ponerse al día, ya que de lo contrario perderían su casa. José Luis, así se llama su marido, le dijo que no se preocupase, que con la indemnización de la Cementera-- él era víctima de una restructuración de plantilla en aquel negocio que empezó a flaquear con la crisis de la construcción--, iba a tener más que suficiente para poner al día la hipoteca.



A primeros de septiembre, nueva carta del Juzgado, donde se anunciaba la próxima subasta de la vivienda. Ella, como en las citaciones anteriores, pues todas iban a nombre de José Luis, no tiene noticia hasta una vez precipitados los acontecimientos, que a ella se le vienen encima el pasado mes de noviembre, cuando de forma accidental, entre unos libros a los que les iba a quitar el polvo, ve una carta del mes de octubre donde el Juzgado número 4 de Casamía les comunica que la vivienda donde viven ha sido adjudicada al Banco que en su día se la financió.



Aquella noticia terminó por abrirle los ojos, y cuando pidió explicaciones, José Luis volvió a contarle una nueva mentira. Ella, esta vez, ya no cayó en la incosciencia de una realidad demasiado cierta.

Así que si nadie lo remedia, Sonsoles y su hijo-- estudiante de 20 años--, dentro de un mes, día arriba día abajo, tendrán que dejar ese techo que les cobija, y en el que pusieron todas sus ilusiones y ahorros, y que ahora, la crisis se encargado de dilapidar.



José Luis, en desgracia laboral desde hace ya un par de años, ahora también ha caído en barrena familiar, y lo que antes era armonía y felicidad en esta familia, ahora se ha convertido en malos gestos, peores palabras, y lo que es peor, maltrato sicológico entre unos y otros.



Como soy optimista por naturaleza, y pienso que los 1000 años de los "males" están más que amortizados, esta pequeña  historia la voy a terminar con:  "Y fueron felices y.........Comieron Perdices"




¡¡¡Feliz Navidad!!!

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