martes, 8 de mayo de 2012

La tele de Mariano

Se llama Laura, tiene 16 años, y de momento ha tomado sabia decisión de quitar la tele mientras desayuna, y es que, por prescripción de la razón, y en aras a tener una salud mental descongestionada, es mucho mejor apagar esa caja, cada día mucho más tonta.

No sé porque, todos los días, los informativos de una cadena y otra empiezan siempre con algún tipo de noticia alarmante, bueno, la verdad que sí lo sé, ya que detrás de toda esa intranquilidad que nos quieren vender, siempre hay un jamón con un corte espectacular, una leche con omega que elimina los residuos de las grasas malas o esa cuenta bancaria de color naranja.

Hoy quiero proponer que todas las cadenas televisivas abran sus informativos por el final, es decir, que primero hablen del tiempo, luego de alguna estrella del celuloide, más tarde de deportes, y al final, y después de los 10 minutos pertinentes de publicidad, y cuando todos hemos buscado algún canal sin ese gel milagroso y reafirmante, que nos comenten las noticias económicas.

España está en crisis, cierto es, pero está en crisis de valores, y mientras el poder esté en los medios de comunicación, de ésta va a ser muy difícil salir.

Después del Bankiazo de ayer, del que todo el mundo tenía noticia menos los empleados, no me queda otra que decir, que en este circo de los medios de comunicación hay demasiado “listillo”, que incapaz de ganarse el arroz con lo que escribe, recurre a una palabra la mayoría de las veces tergiversada hacia unos intereses propios o de la cadena donde en ese momento esté exponiendo.

Mariano, tu tele era otra, y no porque fuese en blanco y negro, era otra por su naturalidad y tranquilidad. En aquella época los anticiclones siempre estaban situados en las Azores y desde allí nos mandaban esos rayos de sol, las borrascas entraban por el Atlántico y nos dejaban agua y viento, y esto no significaba que fuesen  Ciclogénesis Explosivas.  Los ríos bajaban con suficiente cauce y llenos de truchas,  para que el Generalísimo echase una cañita al aire, y las folclóricas de turno emulaban a los ídolos futbolísticos jugando al balompie en un partido benéfico.

La dosis de Adrenalina, quedaba para la serie de la sobremesa, donde las persecuciones en coches unos días, y los tiros otros, dejaban el cuerpo y el cerebro lo suficientemente cansado, que cuando llegaba la interrupción de la carta de ajuste, nuestra mente estaba ya iniciando el descanso vespertino.

Eres tú Medina y,  la tele de tu tiempo, la que de verdad empiezo a echar de menos.












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