NOTAS DESDE EL CHARCO
Hoy, como toca cada 3 meses, me he puesto a hacer limpieza con
las cartas del banco y de los consumos familiares, y esta vez, como
otras tantas veces, he vuelto a llenar de papeles rotos una de esas
bolsas de a 5 céntimos, que una cajera alegremente me ofreció en
el supermercado de turno, después de dejarme 16.000 Pesetas en
alimentos para mi casa. Eso sí, ni carne ni pescado, porque
entonces las 16.000 se hubiesen convertido en 25.000.
Del tema de precios, que es uno de mis favoritos, ya hablaremos,
ahora toca comentar el pequeño “tesoro” hallado entre tanto
recibo bancario, y que no es otro, que unas notas que tomé durante
el crucero de posicionamiento que en diciembre de 2008, nos llevó
desde Barcelona hasta Fort Lauderdale (Florida).
El Crucero (18-12-2008)
A las 4 horas y 30 minutos, sonó el despertador de aquel 18 de
diciembre de 2008, las maletas estaban preparadas, y lo único que
teníamos que hacer era estar en la calle a las 5 horas y 30 minutos,
pues era la hora en la que nos venía a recoger el taxi. Primer
contratiempo. El coche era grande por fuera y pequeño por dentro, es
decir, amplio en su interior, pero reducido para meter el equipaje.
Al final, no nos quedó más remedio que llevar una maleta sentada en
el asiento trasero, por lo que el espacio interior quedó bastante
reducido. Menos mal que el trayecto no era excesivamente largo, y la
impronta hora garantizaba la fluidez del tráfico.
A las 6 horas, una hora antes de la salida del AVE Madrid
Barcelona, estábamos en la estación, dónde los Yayos, siempre
puntuales, ya nos estaban esperando. El tren, también puntual, a las
7 horas tomó la salida rumbo a la estación de Sans, y con la
exactitud de esas maquinarias japonesas, 2 horas después ya estaba
en su destino. Allí cogimos 2 taxis, y 20 euros y 20 minutos más
tarde, nos encontrábamos en el muelle del puerto dónde debía
zarpar nuestro barco. Como el barco venía de Génova (inicio del
crucero), y Barcelona era una de esas escalas soñadas por casi todo
el pasaje, cuando allí llegamos, solo vimos maleteros en el muelle,
algún oficial, y contados con la mano miembros de la tripulación.
Allí, casi todo quisqui, se encontraba ya de visita por La Ciudad
Condal, que por cierto, nos había recibido con un día soleado y de
agradable temperatura.
Las maletas fue lo primero que nos requisaron, ya que según
llegamos, los maleteros previa pegatina, se quedaron con ellas. Eran
las 10,00 horas, y el check in se iniciaba a las 12 horas, por lo que
tuvimos 2 horas para recorrer el escaso potencial comercial que
tiene el puerto de Barcelona, y es que allí, además de la cafetería
de turno, había una tienda de souvenirs, donde además de toritos y
flamenconas, vendían vino vulgar a precio de reserva, y poco más.
Así que después de desayunar, y pagar la primada de turno, nos
fuimos a una de las sillas del puerto, y dejamos pasar el tiempo
hasta que fuimos llamados para iniciar el abordaje.
A las 12 horas, estábamos arriba, y como se corresponde con todos
los cruceros, fuimos recibidos con un cóctel de bienvenida de
bebida con sabor a frutas, servido por personal asiático de sonrisa
perenne, que a continuación nos tenían que dirigir hasta nuestros
aposentos. Una vez allí, echamos una ojeada al camarote, que aunque
interior, era bastante amplio, pues nos dieron el del minusválido
que esta vez no fue de crucero.
A continuación, siguiendo lo tradición de todos nuestros viajes
en barco, nos subimos al buffete a comer, y aquí, como se
corresponde con la nacionalidad del barco, que no con la bandera que
porta, la pasta, el risotto y la pizza, eran los platos estrella del
comedor y del chef, que por cierto era italiano.
Una vez comidos, solo quedaba esperar a que los simpáticos
maleteros, nos llevasen nuestro equipaje a nuestra habitación, ya
que había que desarrugar la ropa que llevaba no menos de 24 horas en
la maleta, y colocarla en el espacio, siempre pequeño, que teníamos
en el armario del camarote.
La salida de Barcelona rumbo Casablanca se produjo a las 17 horas,
y por delante, hasta llegar a esta ciudad Africana, nos quedaban no
menos de 38 horas.
Continuará.
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