domingo, 23 de septiembre de 2012

UN GRAN BODORRIO




Gracias Natalia. Gracias Javier




La fecha la sabíamos desde hace una año, el sitio también, pero el espectáculo que tenían preparado, que ha sido de “órdago a la grande”, ese era el mejor secreto que tenían guardado, y a fe que a merecido la pena, y a fe que nos ha dejado sorprendidos a todos.

El día anterior, por la tarde, en casa de Cati, me enteré bajo juramento de secreto, que Alejandro iba a cantar 2 canciones abriendo el evento, y que un primo de Javi, un viejo rockero, famoso  en su tiempo, se encargaría de cerrar el evento del “si quiero”. Alejandro, como cantante de talla que es, había preparado con mimo los temas, y allí, le hizo saber a los padres de la novia, que la entrada de Natalia iba con una estrofa leída por él,  del tema que a continuación luego cantaría, y que no era otro que Can’t Help Falling in Love de Elvis Presley, eso sí, la traduciría para que la gente la entendiera. Luego como segundo tema, y ya en la lengua cervantina, las Noches de Boda de la gran Chavela Vargas. Miguel y Esther dieron su aprobación, y allí nos despedimos, pues ellos estaban reventados por el día de preboda que  habían tenido. Eso sí, Esther nos dijo que la boda iba a ser una caja de sorpresas, y que ella, lo único que conocía era el menú, el sitio, y las canciones que iba a cantar Alejandro, que del resto, su hija le  había dicho  que todo era secreto.



Por la mañana en casa, un poco  maquillaje, pintura de ojos, ropa nueva y plancha  de pelo para tod@s, excepto para mí. A las 12 horas y 5 minutos, estábamos en el coche, para iniciar el desplazamiento hasta la finca las  Tres Fuentes que se encuentra a la altura del km 36 de la carretera de A Coruña, y como no, y aunque estaba advertido por Esther, confusión al canto, rotonda dirección Madrid, y rotonda dirección A Coruña, para al segundo intento, entrar en la finca de las Tres Fuentes. Después de recorrer 1 Km de camino sin asfaltar, con firme decente pues todavía no ha habido lluvias que lo hagan impracticable, llegamos a una casa señorial antigua pero totalmente restaurada, sitio elegido por los novios para que les acompañemos en su día más feliz. Al fondo a la derecha el parking, y viniendo de allí, hacia el viejo pero renovado caserón, el novio, traje negro y corbata roja, y una sonrisa de oreja a oreja. Le saludamos y tomamos  nuestro sitio en el parking dirigidos por un empleado del evento.


Luego goteo de invitados hasta llegar a la totalidad de los que habían confirmado  su  asistencia. Hasta eso los novios lo tenían milimetrado, pues Natalia, para que nadie se perdiese la parte formal del “bodorrio”, es decir el si quiero, había decidido salir de su casa a las 13 horas, en principio hora de inicio de la celebración, y esos 10 minutos que había dado de gracia, que son los que se tardan de Las Matas-- domicilio de sus padres--a  la finca Las Tres Fuentes, fueron más que suficientes para que nadie llegase tarde al evento.






Primer oooooohhhhhhhhh!!!!!!!!!!!, y es que cuando apareció la novia, todas dijeron primero ¡¡¡¡qué vestido más bonito!!!! Luego llegó la normalidad de toda boda y todas al unísono repitieron ¡¡¡¡Qué Guapa!!! Y ya rizando el rizo, y cuando Natalia tomó asiento, las que lo advirtieron y estaban haciendo un examen  como es debido,  se quedaron  alucinadas con el calzado--Sandalias plateadas-- que la novia había elegido para la ocasión.



Una  vez ubicados, y pasada la inspección de la mirada de todo el mundo, y cuando el murmullo dejó paso al silencio solemne del evento, Alejandro Manuel leyó cuidadosamente la estrofa de la canción de Elvis, y luego cantó las canciones convenidas. Por cierto Alex, mejor  no lo podías haber elegido, y mejor no lo podías haber interpretado. Después de los 2 temazos, la juez de paz empezó su verdadero trabajo en esta boda, que no fue otro que el de presentadora de los familiares y amigos de los novios, que algo les tenían que decir por escrito, y que con mimo les habían preparado para este”su” día. Todo lo escrito estuvo en la línea de la emoción, pero por el recuerdo que  me trajo, me quedo con lo que dijo el hermano de la novia, y es que Miguel se acordó de las 4 abuelos como principales ausentes a la boda, y ahí, y por la manera de expresarlo, la lágrima a más de uno se nos deslizó de forma alarmante por la mejilla. Miguel padre y Miguel hijo, por estar en el foco de todo el mundo, fueron los que mostraron el moqueo del sentimiento, pero enfrente, Cati y un Servidor no les anduvimos a la zaga.

El beso intenso y sin remilgos de los contrayentes,  fue el colofón a un original y emocionante si quiero. La Juez de Paz nos dijo que saliésemos mientras se iba procediendo a la firma de los testigos, ya que fuera se encontraba el kit del confeti y pétalos, que tendríamos que echar a los novios una vez acabados los formalismos de toda boda.

Cuando salieron, y ya con el cóctel empezado, todos los que pudimos coger parte del arsenal que nos fue proporcionado, se lo lanzamos con toda nuestra fuerza, pues el confeti al pesar casi nada, necesita de más esfuerzo para que llegue al objetivo.


Cerveza, vino, refrescos, agua y mucha cantidad y calidad de aperitivos. Tendría que hablar de todo lo que pusieron, que fue mucho y muy variado, pero me quedo con las preferencias de mis hijas, que fueron los  fritos rebozados en tempura y el jamón ibérico.

Una vez acabado el cóctel, y reventado el estómago, había que pasar al comedor, pues ahora tocaba la comida. Al entrar nos recibía una  camarera que nos iba indicando a cada uno nuestra mesa, la nuestra era la “Tintín”, que en número era la 14, la de Laura la 15, y de nombre la Looky Look, y la de Lorena la 16. Allí,  en un radio de 40 metros cuadrados estábamos nosotros y nuestras hijas. En la mesa y esperándonos, se encontraba el Kit de diversión, que estaba compuesto de una banderola, una bolsa con una chapa conmemorativa del evento y una pulsera, y luego para repartir entre todos los comensales de la mesa  5 pares de gafas que algún sentido tendrían. A todo esto, por la megafonía trocitos de las canciones que todos y cada uno recordábamos, y que nos situaban en las sobremesas de los sábados de hace…….., y que eran las bandas sonoras de Heidi, Marco, Dartacán y los Mosqueperros, etc. etc.




 Los camareros empezaron a servir el agua, el vino blanco, y el tinto para el que quisiera. Todo el mundo sentado menos los novios, esperaba el menú compuesto por una lasagna de bacalao y un solomillo con salsa y boletus. Había que terminar de dañar el estómago maltrecho después de semejante cóctel. Y cuando los camareros iban a empezar a servir, se hizo el jaleo, pues los novios, a todo trapo, entraron al ritmo de los Blues Brothers, y su  canción archiconocida Everybody Needs Somebody to Love. Bailando y ataviados los ojos con gafas oscuras los dos, y con gorro él, se fueron hasta su mesa, animados por el flamear de banderines de todos los  invitados. Ya sabíamos para qué eran las banderas, y también comprendimos para qué eran las gafas de las mesas.

El primer viva los novios sonó atronador en el comedor, y cuando se hizo el silencio, Gonzalo siguió con otro viva, igual de fuerte que el anterior, pero con un destinatario que no era el actor principal de esta celebración, ese viva iba dedicado a su tío Luisito, y le salió del alma. Lorena desde su mesa me miró y con un gesto me señaló.

Una vez acabado el primer plato,  y antes de que empezasen a servir el segundo, música a tope, y otra vez los novios por todo el salón meneando el esqueleto. Otra vez el flamear de las banderines. Joder, había que evitar que a la hora de siesta, nadie tuviese intenciones de echar una cabezadita. Coño,  y lo consiguieron, pues allí todo el mundo,  una  vez acabadas cada una de las sorpresas, estaba esperando a la siguiente.


Antes del postre,  nuevamente se oyeron los gritos de Viva los novios, y otra vez Gonzalo volvió a dedicar otro viva a Luisito. Los más próximos, es decir los de la familia, sabían quién era el  tal luisito, el resto, ni por asomo, se podrían imaginar que luisito es un talludito de 53 años.

Con el postre, nueva sorpresa, pues Natalia, en lugar de agarrar el ramo y tirárselo a la amiga convenida, cogió  cada uno de los tallos de su ramo, y lo fue repartiendo entre las solteronas del evento. Aunque uno de esos tallos, no fue a parar a ninguna moza en edad casadera, sino que era un recuerdo a los  ausentes más presentes de la celebración, que no eran otros que sus abuelos.


El  café y el cava, típico de toda celebración, y un licor de naranja con unas chuches, fueron el revoltijo que terminó por dejar el estómago ko.

Después un poco de recuerdo, con la vida en imágenes de los novios desde sus inicios, presentado por uno de los mejores maestros de ceremonias de la familia, y que no es otro que el padre de la novia.

Y ahora quedaba, lo que no puede faltar en una boda hoy, es decir, la barra libre, que en este caso fue más libre que nunca, y la música para bailar. Por delante 5 horas para bailar y beber.

Primero los novios, y esta vez, pareciéndose a una boda de antes, bailaron pegados una balada, luego la novia invitó a su padre, y el novio a su madre, y a continuación y ya con una música más marchosa......1,2,3 vuelta……4,5,6, y otra vuelta, y el baile de salón, ese que muchas veces se empieza a practicar en la madurez, empezó a fluir por  la pista, y allí, como no, los reyes del mambo y otros  bailes, empezaron a menear el esqueleto en pareja. Manolo y Loli por un lado, y Miguel y Esther por otro, empezaron a rivalizar por la pista, pero pronto, unos aprendices de lujo, les buscaron las cosquillas y de qué manera, allí,  Gonzalo  y un servidor, se lanzaron a la pista en pos de quitarles  el protagonismo, cosa que hicieron, pues fue terrible y arrítmico el baile que se marcaron. Alejandro con unas rumbas a lo Dolores Vargas, Cati  como siempre flotando por la pista, María Jesús y José recordando su pasado reciente de juventud inagotada, Macu y Javier bailando todo lo que podían, Nati y el yerno dando ritmo a la tarde, Macu con su nuera, Daniel con  Laura y Lorena, Ángeles cerca de sus hijas, las sobrinas todas entre el baile y el fumeteo de fuera,  y en la barra, haciendo  cola a la nada, porque no la había, Tote ¡¡¡Dios mío la de Fantas de limón que se bebió!!!!, Sergio, Alex, David, Gonzalo y un servidor.



Y estas fueron las 11 horas de la celebración “más currada” que nunca hubo en la Familia.



Mi agradecimiento por volver a juntar a esta pedazo de familia.

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