lunes, 15 de octubre de 2012

El Partido que recordó a Matias Prats


El partido que recordó a Matias Prats

Bielorrusia-España,  el partido ciego, que medio mundo pudo ver, pero que en nuestro país, solo los internautas, a través de ROJA DIRECTA pudieron ver, es el verdadero síntoma de que el mal del euro ya ha llegado al fútbol en España.

Hace 4 años, una televisión pública descontrolada en sus presupuestos hubiese pagado la cantidad que SPORFIVE  pedía en un principio, y que era la “módica” cifra de 3 millones de euros. Como no había posibilidad de que por esa cantidad se entrase por el aro, esta operadora alemana, bajó a 1,5 millones, y como no, la respuesta del canal público fue la misma: no tenemos ni para los colegios.

 Entonces entraron en juego las privadas, y todas vieron que esa cantidad era casi imposible de rentabilizar, así que únicamente, y bajando a la mitad ese 1,5 millones, Tele 5,  a través de Mediaset , intentó quedarse con los derechos del partido, pero los alemanes  dijeron que tururú.

 Así que sin  imagen que llevarnos a la vista, la radio cobraba todo el protagonismo, y ellas que se la prometían muy felices, sufrieron el rencor y la rabia de la operadora, pues en lugar de cobrarles los 5.000 euros de turno que se cobran por estas retransmisiones radiofónicas, se descolgó con un canon para poder radiar el partido desde el estadio de 25.000 € (4.166.000 pesetas), y éstas, que también están sufriendo en su facturación publicitaria los efectos devastadores de la crisis, dijeron que “verdes las han segado”, y que no iban a pagar semejante cantidad.

Pero a las radios les quedaba un as en la manga, y como medio innovador que es, y acostumbrados a montar estudios en los hoteles de concentración de la selección en los grandes acontecimientos, decidieron, con la ley a su favor, que la habitación iba a ser la cabina de radio del estadio, y que la pantalla de plasma de 32 pulgadas, la imagen que ellos necesitaban para poder radiar el partido. Y de esta manera, la SER, la COPE, ONDA CERO, y el resto de cadenas de radio, llevaron el partido a todos los hogares de este país, que cada vez entiende menos de crisis y  comprende mucho más de egoísmo.



Por más que intentaba ver a la Roja, la única imagen  que venía a mi cabeza era la de una selección gris, que jugaba en un estadio allá por los  confines del mundo, y donde el periodista que radiaba el partido, no era ese hombre joven con ropa de marca, sino un señor con bigote y gafas oscuras, que era capaz de contarnos la vida de los primos del portero del equipo rival cuando el balón había salido por la banda.

Durante una hora y media estuve escuchando al gran Matias Prats.


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